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jueves, 30 de junio de 2011

"Efectos secundarios" de la donación de sangre

Ayer vi al autobús de donación de sangre junto a la biblioteca en la que estudio y recordé que habíad dejado una serie de cosas pendientes para este post sobre la donación en sí misma.

¿Por qué hay un límite de peso?
En una donación de sangre se extrae un volumen de 450 mililitros.
Se puede hacer un cálculo rápido para saber la volemia (volumen de sangre circulante) de una persona.
Hombres:66xpeso en kg= volumen en mililitros
Mujeres: 62-60xpeso en kg= volumen en mililitros

Por lo tanto, si una persona pesa menos del límite mínimo establecido (50 kilos) tendría como máximo, en el caso de ser un hombre, 3300 mililitros de sangre, 3000 si se trata de una mujer.
Se considera hemorragia leve una pérdida de hasta el 15% del volumen total de sangre, y esto sería, en alguien más pesado de 50 kilos, justo 450ml. De sobrepasasar este límite, estaríamos ante una hemorragia moderada, que podría tener consecuencias un poco más serias.

¿Me puedo poner enfermo después de donar?
Una hemorragia leve, como la que se sufre tras una donación, apenas da síntomas, aunque en algunas ocasiones, después de donar (y sobre todo si no se ha repuesto el volumen tomando líquidos, o se pasa demasiado tiempo de pie) se podría dar un síncope vasovagal. Esto es, básicamente, que el cuerpo reacciona frente a la falta de volumen, se estimula el nervio vago, desciende la frecuencia cardiaca y la persona se siente mareada o se cae redonda, sin mayores consecuencias. (Y se trata de algo relativamente común).

Como en cualquier momento, una persona puede encontrarse mal después de donar. Tener diarrea, resfriado...o cualquier otro tipo de infección. Esto no tiene absolutamente nada que ver con la donación (ésta se realiza en unas condiciones higiénicas suficientes como para asegurar la seguridad del donante) pero sí puede interferir en el proceso de donación.
Hablando rápido, si a las pocas horas o días de haber donado tienes una infección, seguramente el bicho ya estuviera dentro cuando donaste. Los receptores de esa sangre suelen ser pacientes inmunodeprimidos, para los que cualquier infección puede suponer un riesgo muy alto.
Por ello, si después de donar sangre tienes fiebre o te encuentras mal, lo mejor es ponerte en contacto con el centro de donación y comunicárselo.

domingo, 26 de junio de 2011

Por el super en Indonesia


Ya os decía que fui a un supermercado en Indonesia y fue una experiencia bastante curiosa.
No, no hablo de que oliese mal (que también, cerca del Durian también) si no de lo brutal de las diferencias culturales.

Como localización, diré que el centro comercial estaba muy cerca del hotel donde me alojé. Básica y llanamente, solo había que cruzar una calle y un río para entrar al barrio de chabolas. Esto es una deducción propia hecha a partir de lo que me contaron sobre el entorno sociosanitario del país y que no sé si se ajustará a la realidad, pero Jakarta, al ser la capital, ha atraído a muchísima gente del archipiélago (y de la propia isla de Java) que ha pasado de vivir con poco dinero pero con dignidad, a formar parte de la población de barrios marginales en una ciudad en la que apenas se puede respirar y es que el aire se mastica y el ambiente es bastante diferente a Bali o Sulawesi.
(fin del momento crítica a la globalización...)

Una vez dentro, lo primero que te llama la atención es el tipo de envases. El arroz, en sacos de mínimo 10 kilos (lógico, ya que es la base de su alimentación).
Muchos productos, en lugar de en cajas de cartón o botellas de plástico-botes de cristal, se vendían en bolsas, como estas mermeladas de coco y piña.

Y como no, los noodles. Esos también merecen un apartado. De hecho, en este supermercado ocupaban pasillo y medio. Instantáneos, de distintos sabores y en vaso, o en sobre. Los fideos instantáneos son muy importantes en la alimentación indonesa (de hecho, tuve un seminario sobre la importancia de los noodles instantáneos en las catástrofes naturales pero eso es una larga historia) pero en ningún momento me planteé que pudieran serlo tanto.

¿Productos curiosos?
Pues no sé... pescado seco, frutas tropicales, mi amada salsa Sambal millones de productos de pastelería (un loco de la repostería habría brotado allí..increíble la variedad de gelatinas, frostings, colorantes, aromatizantes...). Pero casi mejor pasamos a las fotos como ejemplo...
Estas patatas fritas (que después de ver las de Mojito no llamarán mucho la atención...)
(Por cierto, las de Nori las compré y no sabían para nada al alga... si no más bien a muchos sabores artificiales identificables, aunque tuviesen copos de nori flotando en todo el aire que contenía la bolsa)
Surimi con formas "divertidas"
Huevos milenarios (en la esquina) y otros con la cáscara verde y este aspecto por dentro, que según google son "camarón".

Y como no...condones adaptados al gusto local:

sábado, 18 de junio de 2011

23 cosas sobre mí

1. Con 7 años vi como le colocaban a mi padre una pistola en la sien.
2. Me encanta la antropología, tanto social-cultural como forense. Desde antes de que existiera Bones.
3. Me declaro fan absoluta del acento venezolano. Excluyendo si ese acento va en la voz de Carlos Baute.
4. Medicina no fue mi primera opción cuando hice mi preinscripción en la Universidad.
5. Me encantan las muestras. De cosméticos, de comida, de productos de higiene corporal. Esto incluye las amenities de los hoteles (amenities, que no toallas, conste en acta).
6.Que me guste tanto viajar es consecuencia directa de lo mucho que leí de pequeña (y lo que intento leer ahora, que es menos de lo que me gustaría). Quiero comprobar que la imagen mental que hice de ciudades y paisajes coincide con la real.
7. No me da miedo volar. A mí me dan miedo los camiones.
8. Los ramos de flores me dan pena. Prefiero que las plantas estén vivas en lugar de cortarlas.
9. Ha habido dos series que, sin que me haya dado cuenta hasta ahora, han influído mucho para que esté donde estoy: Urgencias y Érase una vez la vida.
10. Me encanta jugar con la ironía, pero me cuesta bastante pillarla.
11. Me siento orgullosa de poder decir que he aprendido de todo, incluso de lo peor que ha pasado en mi vida.
12. Precisamente por eso, intento que cada día termine de tal forma que si no hay otro, no tenga nada de lo que arrepentirme.
13. Estudié en un colegio de monjas porque no me aceptaron en ningún público, ni siquiera en la lista de espera.
14. Me encanta cocinar y dicen que no lo hago mal.
15. Aunque pueda no parecerlo, soy muy celosa de mi intimidad. Eso no significa que oculte nada, si no que lo mío, es mío y lo comparto con quien quiero.
16. Siempre me he tomado las cosas de forma literal. Anécdota como ejemplo: A los 5 años, fui a una comunión y en la consagración el cura dijo "Jesús está ahora aquí entre nosotros" Yo, perpleja dije "Pues yo no lo veo". Sí, era una comunión y está grabado. También está grabada mi indignación ante las risas de los demás.
17. Soy alérgica a muchas cosas, pero una que suele hacer mucha gracia es la piel del melocotón.
18. Antes de que preguntéis...no, los melocotones no me dan alergia
19. Tengo la impresión de que un poquito de mí se queda en cada una de las ciudades en las que paso más de una semana. A veces temo que al final quede más repartido por el mundo que en mí misma.
20. Soy un desastre. No puedo evitarlo.
21. No soporto las faltas de ortografía en alguien que ha tenido formación suficiente como para evitarlas.
22. Me encanta el chocolate, pero solo si no lleva leche.
23. Vueltas alrededor del Sol son las que llevo.

miércoles, 8 de junio de 2011

Medicina y libros 5: El jardinero fiel


El jardinero fiel, John le Carré
Tras la muerte de su esposa, un empleado del Foreign Office británico, destinado en Kenia, iniciará todas las averiguaciones necesarias hasta resolver las misteriosas y sospechosas circunstancias en las que se produjo este hecho, en el que se ve implicada la industria farmacéutica y sus actuaciones en África.

Un misterioso y prometedor fármaco contra la tuberculosis, una empresa farmaceútica, Las tres abejas, que parece omnipresente en el país, pacientes que mueren en extrañas circusntancias, pero que, al fin y al cabo, habrían muerto consumidos por la tuberculosis, resultados de ensayos clínicos que se pueden presentar de muchas formas...poco más puedo contar sobre el libro sin destriparlo.


Y antes de nada, diré que es una novela, y sí, como toda novela es ficción. Y como suele ocurrir, ha sido superada por la realidad:
-La farmaceútica Pfizer conspiró para evitar un juicio en Nigeria (aquí)
-Pfizer en Nigeria (
aquí)

Para perezosos, también se ha hecho una película.

domingo, 5 de junio de 2011

Cosas que me indignan

Vivo en un país de cuya Sanidad he de sentirme orgullosa, según me han contado siempre.
Tengo acceso a un sistema público totalmente gratuito.
Con eso he crecido, y sin embargo cada vez veo más difícil que mis hijos, si algún día los tengo y estoy aquí, puedan percibir lo mismo.
No hablo de los fantasmas del copago y de la privatización.
Son hechos tangibles, que ya están pasando y que indignan. Porque nos podemos indignar todos los días, no solo cuando tenemos el voto en la mano.

Y es que a los diabéticos no se les proporcionan tiras reactivas para que puedan controlar su glucemia salvo que sean insulinodependientes porque son muy caras.

Y es que la empresa a la que se ha encargado de la limpieza de los centros de Salud y hospitales cada vez contrata a menos personas. Una persona menos es un sueldo menos. Y menos limpieza también supone mayor riesgo de contraer infecciones, pero eso, al fin y al cabo, no es dinero.

Y es que en verano se suprimen consultas de Atención Primaria y se cierran plantas hospitalarias enteras para así ahorrar en la contratación de suplencias que cubran las vacaciones del verano. Aunque luego se llenen las portadas de periódicos diciendo que si no se está dando el servicio adecuado es porque "Falta personal sanitario", personal que curiosamente se quedará en las listas de espera. Porque no hay dinero

Y es que...

Y es que...

Y mientras tanto, se deriva a clínicas privadas para realizar pruebas de imagen y operaciones relativamente sencillas y así bajar las listas de espera. Pagando por cada operación, o cada Resonancia Magnética, una cantidad que supera con creces los gastos que generaría si se llevara a cabo en la Seguridad Social eso sí, pero bajando las listas de espera.

Probablemente estemos tensando demasiado la cuerda de Es gratis y tengo derecho a ello, y sí, nadie dijo que la solución fuera fácil.
Pero esto se está poniendo cada vez más feo.

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